jueves, 28 de junio de 2012

FIGURAS DE LA VIDA

Que las figuras, formas y episodios de la vida van, en sucesión, apareciéndose ante nosotros, es a un tiempo, parte de cuanto genera nuestro ser y de cuanto se genera desde eso que siempre hemos de denominar "Destino". Lo imprevisto tiene más fijeza que lo calculado, lo inesperado más que lo previsto, y ante su azar la vida misma toma sus y nuestras soluciones... En el inconsciente está la sucesión de las horas del día, pero ellas tienen un remoto origen que ignoramos y que de súbito se nos presenta a la manera de las figuras de un tapiz.

Así, nuestros actos están determinados, poniendo entre paréntesis invariablemente eso otro a lo cual hemos denominado "Libertad" ¿Existe realmente? Hay algo ajeno a lo físico que gravita sobre lo eventual y lo decisivo de eso presente, real y físico a nuestro ver, o a nuestro precario entender. Entonces se asume la vida más por la intuición que por la razón, más por el sentir y presentir que por el razonar y trazar las coordenadas de una acción que, en último término, escapa a nuetro designio y a nuestras manos. Allí es donde aparecen unas de las funciones de la Lírica y de la Metafísica, para incluírnos en una totalidad que aún sobrepasándonos podemos llegar a comprender y, por ella, comprendernos y ser.

Somos sólo una de las figuras de la vida, que aún en lo efímero se abre a lo intemporal, o en lo fugaz a lo universal o a lo general, a aquello que compartimos con las presencias que alientan al lado nuestro, en silencio y en acatamiento tanto del transcurrir como del término, del ir en camino y su final. Nos movemos sólo en la superficie de la vida, ignorantes de lo que alienta en el fondo de sus oscuras aguas entre grises y blancas. En EL AVISO, Adelaide Crapsey se preguntó:

Ahora
sobre el extraño
quieto anochecido...,
tan extraño..., tan quieto...
Una blanca falena volando.
¿Por qué me estoy quedando tan fría?

Y luego, en TRÍADA:

Estas sean
tres cosas silenciosas:
la nieve que cae...,
la hora que precede a la aurora...,
La boca de uno que ha muerto.

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